martes, 22 de octubre de 2013

La cámara Lúcida de Roland Barthes

Este libro me pareció muy interesante porque habla del lado sentimental y no técnico de la fotografía. Es inusual que el autor escriba no como fotógrafo, sino como espectador o con la experiencia de ser el sujeto fotografiado. Creo que esta característica lo hace ser menos técnico aún, ya que se centra totalmente en lo que la foto le transmite a los ojos y no en como fue tomada. El autor habla de las fotos que le producen emoción, y describe los sentimientos que le causan las fotos mediante términos a veces importados de otro idioma. La forma en la que está escrito el libro me recordó una frase de Ludwing Wittgenstein, que dice: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.", ya que Barthes usa palabras de otros idiomas para que el lector identifique completamente lo que él quiere decir al usar tal o cual enunciado, que probablemente en español no sea tan precisa, o ni siquiera exista. A lo largo del libro se usan varios términos para describir cómo sorprende una foto, y la manera en que esta sorpresa va aumentando hasta que una fotografía logra llevar al éxtasis fotográfico Uno de los términos usados es el studium, al que se refiere como un interés vago, y que moviliza un deseo a medias, es gustar de algo, más no amarlo. La emoción que le sigue al studium es denominada punctum, y se refiere a aquello de una imagen que te punza, que te perturba y te alerta. Roland asegura que el punctum en una foto a veces se alcanza porque un pequeño detalle es el que llena toda la foto, es el que te hace reflexionar. En muchas ocasiones este detalle no es intencional. Otras veces el punctum de la foto es aquello que no se ve, aquello que está cubierto o que no aparece en cuadro, pero que abre una intriga en ti, cómo si la foto te lanzara fuera de ella misma. Un ejemplo que da a esto es la fotografía erótica, que muchas veces esconde aquello que se quiere ver, lo que hace despertar la imaginación. Usualmente la fotografía erótica tiene objetos secundarios, elementos que hacen aún más sutil la imagen. En cambio, la foto pornográfica se basa sólo en sexo, es totalmente explícita y burda, no contiene elementos secundarios y por eso se hace tan predecible. A partir de la segunda mitad del libro Barthes habla de una foto que muestra a su madre cuando era niña, y que según él, era la foto donde mejor se apreciaba su esencia. Es curioso que, de todas la fotos que poseía de su madre en diferentes épocas, la única que le resultó real fue aquella lejana, en el tiempo donde él nunca la conoció. La imagen de su madre en el invernadero nunca se muestra en el libro, ya que el autor dice que todo lo que para el significa esa foto, a nosotros no nos produciría nada, ya que no conocimos a su madre. La pintura puede fingir la realidad, la fotografía no. La fotografía siempre está viva, porque necesariamente retrata a algo real, algo que estuvo ahí alguna vez. La imagen se hace melancólica justo por el hecho de que ya pasó, y nunca se podrá regresar. Este tema e me hizo parecido a lo que escribía Sontang en su libro, ya que pensaba que la fotografía sólo por ser vieja adquiría un valor especial, se refleja en ella la melancolía de lo que ya no podrá ser de nuevo. Hay nostalgia de ver la vida congelada en un momento, y que probablemente en el presente esa vida ya se haya convertido en muerte. En una parte del escrito, Roland Barthes hace un pequeña alusión al título del libro diciendo que la cámara no debería de llamarse cámara obscura, sino más bien cámara lúcida por que lo esencial de la imagen debe encontrarse en el exterior, en la luz, apelando a todo sentido posible. La fotografía capta lo que nunca más podrá repetirse, es violenta porque en ella nada puede ser rechazado ni transformado. La foto es invisible , no la vemos a ella si no a lo que aparece ahí, vemos objetos que nos transportan a otra realidad, a otros recuerdos. Barthes escribe que la fotografía a veces deshumaniza, te hace un objeto en vez de un sujeto. Para él lo que realmente se busca en una buena fotografía, aquella que te lleve al punctum, es que te transmita la esencia del otro, no sólo lo que ella quiere que veas ahí, sino lo que realmente es. La fotografía tiene un poder: muestra incluso lo que no se puede ver en vivo, llega más allá. EL aire es eso que hace mostrarse el alma en el cuerpo. "El aire es la sombra luminosa que acompaña el cuerpo, y si la foto no alcanzara a mostrar el aire, entonces el cuerpo es un cuerpo sin sombra." Roland cree que si el fotógrafo no logra captar ese aire en un sujeto, entonces éste muere para siempre. El aire es aquella esencia marcada en una foto, aquella que es muy difícil de encontrar y que él sólo pudo obtener en la imagen de su madre en el invernadero. Me gustó mucho como el autor describe esta parte del aire, porque yo creo que todo fotógrafo aspira a plasmar la esencia de alguien en una imagen, y en el momento en que lo logra se convierte en un fotógrafo maravilloso. Barthes acaba el libro diciendo que la fotografía, el amor y la locura están estrechamente relacionados, y habla de que la fotografía tiene dos opciones: puede estar loca, o estar cuerda. La fotografía cuerda sería aquella que se usa como simple símbolo para mostrar algo, en revistas, o catálogos de peluquería, y loca sería cuando el realismo es absoluto, cuando la imagen trastoca el curso de las cosas, cuando mueve al tiempo, y es entonces cuando se llega al éxtasis fotográfico.

martes, 8 de octubre de 2013

Lo que me llama la atención de una fotografía

Lo primero que me impresiona en una foto no es la técnica con la que fue hecha, sino el sentimiento no es necesariamente lo mas importante, sino el sentimiento que te provoca, los recuerdos a los que te remonta, el olor y las texturas de los objetos que son retratados, aunque no podamos estar ahí para percibirlos en persona. Creo que una buena foto hace que te metas tanto en ella, que llegas a pensarla como si tu estuvieras ahí, como si fueras el sujeto de la fotografía. Esto es lo mágico de una foto, que te haga recordar lugares en los que nunca has estado pero que sientes muy familiares justo por eso, porque la imagen te los presenta haciéndote sentirlos familiares, como si ya hubieras estado ahí, te introduce sensorialmente en ellos. Otra cosa que aprecio mucho de una fotografía es cuando toma por tema un objeto sumamente cotidiano pero lo descontextualiza, y lo retrata de tal forma que parece algo inusual y complejo; algo que sorprende por su apariencia y forma, que nos hace darnos cuenta de todo lo hermoso que es el mundo en el que vivimos normalmente y al que pocas veces le ponemos la atención suficiente. Me sorprende como hay fotografías que parecen haber sido tomadas en el momento exacto, ya que congelan un instante en el tiempo ,aquel que nunca hubiéramos podido ver si no estuviera ahí pausado hasta la eternidad, y que gracias a ésta, podemos observar detenidamente y disfrutar de la experiencia estética que conlleva.