viernes, 9 de junio de 2017

Education by Infection

Leyendo el libro Art propositions in the 21 Century me encontré con un capítulo que me puso a imaginar mucho. El capítulo se llama Education by Infection y habla de la teoría que tenía Malevich acerca de que el arte es una especie de virus que se apodera del artista obligándolo a adaptarse a él lo mejor que puede, creando una red inmune que integra la información estética del nuevo virus que ha entrado en el torrente creativo del artista, integrándolo a su sistema y llevándolo a un balance estético de su parte, que irá evolucionando según los nuevos virus estilísticos que lleguen al artista. ¿Cuántas enfermedades habrán entrado a mi torrente creativo desde que entré a La Esmeralda? Más de las que puedo contar. Creo que el campo de cultivo perfecto para que las epidemias artísticas se esparzan por la población sensible a ellas es precisamente el lugar donde todos los enfermos confluyen: los talleres, centros y comunidades artísticas/humanísticas, y sobre todo las escuelas de arte. Estás últimas son un punto clave para el establecimiento de conexiones y reflexiones en torno a temas que son explorados exclusivamente por curiosos y observadores como los artistas. Una de las tareas de la escuela de arte como institución es crear un ambiente apto para estas retroalimentaciones colectivas y otorgar la posibilidad de que dichas ideas que brotan sean realizadas. Al ser esta institución un lugar con asistencia de gente poco común, se debe hacer una diferencia entre la metodología de enseñanza de las artes y el sistema pedagógico común. En uno de los capítulos de este libro leí que la mayoría de universidades artísticas del mundo tienen un origen similar al de La Esmeralda, las escuelas habían sido talleres libres en un principio a los que después se les moldó para posibilitar la obtención de un título universitario, añandiendo así ciertos contenidos necesarios para cubrir ese requisito. Me parece que, en México, todavía hay varias barreras en cuanto al deber ser de la escuela frente a la secretaría de educación pública y sus posibilidades para expandir el conocimiento hacia un modelo más auto-organizado. Una de ellas es la necesidad de llenar cierto número de créditos fijos, y creo que una buena alternativa hacia esto sería que los alumnos podamos escoger materias optativas desde semestres más tempranos. Actualmente el ejercicio de las artes visuales es tan variado que 4 años de educación universitaria no alcanzan para conocer siquiera las técnicas artísticas de cajón, mucho menos especializarse. Me parece que una solución a esta problemática sería tener la posibilidad de cursar un año extra en La Esmeralda con el propósito de llegar a una especialización más profunda en los campos que interesen a cada alumno, y que cursar este año de profundización sea una de las posibles maneras de titularse. Esta posibilidad existe en varias licenciaturas de la UNAM, y creo que específicamente en el campo de la artes vendría muy bien. El hecho de leer opiniones de docentes del Arte de todas partes del mundo con mucha experiencia, me hizo conscientizar cosas que yo ya había vivido como alumna, como el hecho de que muchas de las situaciones en donde más se aprende lo que uno necesita son dentro de la escuela pero fuera de las aulas, con pláticas y debates, tanto con docentes como con los mismos alumnos. Creo que el libro es una buena herramienta para estar al tanto de la utopía de las enseñanza artísticas y su desarrollo alrededor del mundo, con ciertos puntos no aplicables para México, o talvez con posibilidad de validación por parte de la Institución educativa mexicana en un futuro algo lejano, como el hecho de no usar calificaciones numéricas, o tener una posibilidad de optar por materias que cada alumno necesite específicamente en vez de que muchas sean obligatorias. Aún así y aiga sido como aiga sido, el espacio que representa la esmeralda es crucial para le sostenimiento del arte emergente en México, ya que es una de las dos únicas universidades nacionales que están interesadas por el desarrollo creativo de este país. Por último, pienso que las escuelas de arte especificamente del CNA, pero también las que estan fuera de él,podrían crear proyectos en conjunto para eliminar las barreras institucionales que existen mas que nada por burocracia pura, y me parece que alguien que creara las posibilidades de estos puentes en el lado administrativo de la escuela sería de gran ayuda para consolidar las interrelaciones institucionales y artisticas con el fin de hacer proyectos en conjunto, así como abrir los distintos campos del conocimiento de una manera menos exclusiva.